Porque lo público es diverso, como lo es la ciudadanía

Por un diálogo social que apueste por el reconocimiento efectivo de la diversidad

Cola de personas en una oficina

Vamos recuperando el ánimo gracias a las buenas noticias de las últimas semanas. Los datos nos anuncian que el virus va a la baja y las contrataciones al alza. La campaña estival se nota, el mercado laboral registró el mejor mes de mayo en los últimos tres años.

La ocupación cerró con un saldo positivo de 211.923 personas afiliadas a la Seguridad Social y el desempleo volvió a bajar por tercer mes consecutivo, según los datos publicados el pasado miércoles, 2 de junio, por el Ministerio de Trabajo y Economía Social. España ha recuperado los niveles de empleo previos a la llegada del virus y estos números anticipan un verano de recuperación laboral.

Desde este contexto laboral, observaremos la celebración de la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Del 7 al 19 de junio, más de 4.000 personas delegadas en representación de gobiernos, trabajadores y empleadores de los 187 Estados Miembros de la OIT se reunirán en línea.

Por primera vez en sus 102 años de historia, esta reunión se está realizando de manera virtual, reflejando los cambios impuestos por la crisis de la COVID-19. En esta Conferencia, anualmente, se debaten las principales cuestiones relacionadas con el mundo del trabajo, y en 2021 se hará especial incidencia para que la recuperación del mercado laboral se centre en las personas.

La CIT afronta el desafió de plantear respuestas en el contexto actual que se caracterizan porque a nivel mundial la crisis de Covid-19 ha complejizado las crisis que existían previamente a nivel humanitario. La pandemia tiene consecuencias económicas, sociales y políticas a todos los niveles y ha puesto en evidencia la debilidad estructural de la protección social y de la salud a escala global.

En este último año, la situación sanitaria ha llevado a que muchas empresas, acogiéndose a las directrices de los Estados para disminuir el contagio, reduzcan personal y modifiquen o suspendan contratos. Los cierres o la reducción de actividades productivas ha implicado a su vez pérdidas de puestos de trabajo, aumento de la informalidad, modificación de las formas de trabajo como el teletrabajo o, en otros casos, ante la necesidad de algunos sectores por mantener la actividad, no se han encontrado las suficientes medidas de protección y se está poniendo en riesgo las vidas de las y los trabajadores.

Cuidar de la salud de las y los trabajadores es fundamental. Es conveniente señalar que los lugares de trabajo, ya sean instalaciones sanitarias y de atención, así como sistemas de transporte, lugares públicos y otros lugares donde las y los trabajadores entran en contacto con el público, son los principales vectores de propagación del virus. De modo que una buena salud y seguridad en el trabajo protege tanto a los y las trabajadoras, como a sus hogares y a la sociedad en general.

Contamos con importantes desafíos a nivel laboral, de hecho en el informe de la OIT Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo: Tendencias 2021 se destaca que hasta 2023 el crecimiento del empleo no logrará compensar las pérdidas sufridas a raíz la pandemia de COVID-19.

Además, la OIT, en este último año, ha destacado también que ha aumentado la vulnerabilidad de muchos sectores la población. La caída del empleo y de las horas de trabajo se ha traducido en una reducción drástica de los ingresos laborales y el consiguiente aumento de la pobreza. Unida a la compleja situación que afronta el mercado laboral, los sistemas públicos no cuentan con los recursos económicos, materiales y de personal para garantizar la seguridad integral de la población.

Ante esta realidad laboral, económica y social es importante integrar en el análisis una perspectiva antirracista y feminista ya que, por ejemplo la emergencia derivada de la COVID-19 ha provocado impactos específicos sobre las mujeres y profundizado las desigualdades de género existentes, tanto al interior de los hogares como fuera de ellos. Los hogares se han convertido durante la pandemia en el espacio donde todo ocurre: el cuidado, la educación de los niños, niñas y adolescentes, la socialización, y el trabajo productivo; lo que ha exacerbado la crisis de los cuidados. Las tareas de cuidado no se distribuyen equitativamente, no están valoradas económica y socialmente, y recaen principalmente en las mujeres. Fuera de los hogares, las mujeres también constituyen el mayor contingente que está asumiendo los cuidados, en el sector de la sanidad, en el trabajo doméstico remunerado y en centros especializados de cuidado de menores, adultos/as mayores y personas con discapacidad, situación que ha conllevado a impactos diferenciados sobre la salud de las mujeres y las expone a un mayor riesgo de contagio.

Asimismo, la Internacional de los Servicios Públicos (ISP) resalta la agudización de la división internacional del trabajo por razones de género y raza, enunciando el papel de las cadenas globales de cuidado en las que las mujeres del Sur Global en condiciones laborales precarias a través de los servicios, tanto públicos como privados, responden a las necesidades de cuidados existentes en el Norte Global. Y advierte que en el caso de las mujeres que experimentan formas de discriminación múltiples e interseccionales debido a su clase, etnia, orientación/identificación sexual, discapacidad, edad o estatus migratorio, entre otras dimensiones la injusticia se duplica y triplica.

En ese sentido, el Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica (CEDRE) recoge en su estudio “Percepción de la discriminación por origen racial o étnico por parte de sus potenciales víctimas en 2020” (2021), que el fenómeno de discriminación múltiple es más notorio en el caso de las mujeres: un 43% de ellas se ha sentido discriminada por su origen racial, su cultura o su religión y además por su sexo. En este mismo estudio se señala que los ámbitos en los que las personas están percibiendo mayor discriminación por su origen étnico son: el de acceso a la vivienda (31%), el de establecimientos o espacios abiertos al público (30%), y el ámbito laboral (26%). Destacando que las tasas más altas de desempleo corresponden a los grupos de población gitana (34%), la de África no mediterránea (31%) y la afrocaribeña y afrolatina (afrodescendientes) (27%). Al mismo tiempo, el desempleo es mayor entre las mujeres que entre los hombres, ya que un 54,5% de mujeres se encuentran paradas y dos de cada tres personas que se encuentran trabajando sin contrato son mujeres.

Ante esta compleja realidad del mercado laboral, para que la recuperación se centre en las personas, tal y como se plantea la OIT en su Conferencia anual, el diálogo social y las negociaciones entre empleadores y sindicatos son herramientas fundamentales. Un dialogo social que apueste por el reconocimiento de la diversidad y que se oponga activamente al racismo y al machismo.

Las organizaciones de trabajadoras y trabajadores tienen un importante papel que desempeñar en varios ámbitos: aumentar el nivel de protección en el lugar de trabajo, en particular para quienes están en la primera línea de la lucha contra la pandemia, además de valorar las repercusiones de los nuevos acuerdos de teletrabajo, teniendo en cuenta los riesgos para los y las trabajadoras en lo que respecta al tiempo de trabajo, el equilibrio entre la vida laboral y la vida privada, y como ya hemos destacado, es clave afrontar los retos luchando contra todas las formas de discriminación, sobre todo garantizando la igualdad de oportunidades a los grupos más vulnerables de la sociedad.

Guy Ryder, Director General de la OIT, señalaba que se necesita una estrategia integral y coordinada, basada en políticas centradas en las personas, y respaldadas por la acción y la financiación. La recuperación de la COVID-19 no es una mera cuestión sanitaria. También es necesario superar el grave daño a las economías y las sociedades. Se necesitan de esfuerzos deliberados para acelerar la creación de empleo decente y ayudar a todas las personas.