Reconocer el valor social y económico del trabajo de cuidados (remunerado o no) y el derecho humano al cuidado
En las últimas semanas se han publicado diferentes estudios que nos hablan de como la pandemia ha afectado a nuestras vidas. Nuestro punto de partida para la reflexión de hoy es que las mujeres se hacen cargo del 75% del trabajo no remunerado, es decir, el cuidado de menores, mayores, personas dependientes y las tareas del hogar. Este dato es aportado por un estudio de McKinsey donde se reflexiona acerca de que el coronavirus ha añadido una carga de trabajo extra a las labores que ya realizaban ellas antes de la llegada de la pandemia. El cierre de los colegios, la enseñanza online y el teletrabajo han volcado en las familias todas las responsabilidades de formación y cuidado. Y, estas, en mayor medida, han recaído sobre las mujeres.
Desde diferentes entidades y administraciones, tanto internacionales como estatales, se ha realizado un llamado a reflexión para buscar respuestas que eviten profundizar las desigualdades y agraven preocupantes datos como que un tercio de las compañías a nivel mundial no tiene políticas formales para apoyar a las familias y las cuidadoras que tratan de compatibilizar el trabajo con las responsabilidades familiares según un estudio de The Global Institute for Women ‘s Leadership.
En ese sentido, la Internacional de los Servicios Públicos (ISP) ha lanzado el Manifiesto Reconstruir la organización social del cuidado en el que solicita que se reconstruya la organización social del cuidado y que los Estados doten de recursos a los cuidados, que hagan que se valoren como un bien público y que se piense que es una responsabilidad social colectiva.
Desde la ISP se reconoce que el cuidado es la reproducción diaria de la vida, la base sobre la que existe la vida misma -humana y planetaria- y funcionan las economías. Se señala que en el centro de la actual crisis se encuentra el trabajo de cuidado que históricamente han asumido las mujeres.
La ISP se suma al llamamiento internacional existente para repensar los cuidados y demanda reflexionar sobre cómo se satisfacen las necesidades de cuidado; Subraya la necesidad de poner luz sobre la interrelación del trabajo de cuidado no remunerado, el trabajo de cuidado mal remunerado, la provisión pública, la provisión privada y los acuerdos de cuidado describiendo que estos procesos son fundamentalmente desequilibrados, desiguales y, en última instancia, insostenibles.
Un aspecto que es especialmente interesante en el llamamiento del ISP es el señalamiento a la división internacional del trabajo por razones de género y raza, enunciando el papel de las cadenas globales de cuidado en las que las mujeres del Sur Global en condiciones laborales precarias a través de los servicios, tanto públicos como privados, responden a las necesidades de cuidados existentes en el Norte Global.
El rol de los cuidados ha sido tradicionalmente asignado a las mujeres, desde la ISP se señala que en la actualidad en los cuidados no se está produciendo un aumento de las responsabilidades y un reparto justo en favor del hombre, sino acudiendo a otras mujeres pero de países del Sur. De modo que hablamos entonces de una globalización de los cuidados, y la respuesta ante este fenómeno no parece que pueda resolverse desde el ámbito nacional sino que debería abordarse en una escala global. En ese sentido la organización internacional llama la atención a que es importante tener en cuenta que en el caso de las mujeres que experimentan formas de discriminación múltiples e interseccionales debido a su clase, raza, orientación/identificación sexual, discapacidad, edad o estatus migratorio, entre otras dimensiones la injusticia se duplica y triplica.
Para la ISP la injusta organización de los cuidados exige cuestionar el paradigma y al sistema económico dominante que socava los derechos al mismo tiempo que agrava la desigualdad en un amplio sentido. Al mismo tiempo desde la organización se considera necesario que en la actual coyuntura se denuncie la falta de voluntad en la asignación de recursos y capacidad de los Estados para organizar los cuidados como un bien público y urge exigir los recursos necesarios para cumplir con la responsabilidad social colectiva.
Con la intención de impulsar un movimiento global sobre reconstruir la organización social del cuidado el manifiesto de la ISP se centra en cinco R que son una buena hoja de ruta para guiar el trabajo sindical en esta materia:
- Reconocer el valor social y económico del trabajo de cuidado (remunerado o no) y el derecho humano al cuidado.
- Recompensar y remunerar el trabajo de cuidado con un salario igual por un trabajo de igual valor, pensiones decentes, condiciones de trabajo dignas y una amplia protección social.
- Reducir la carga del trabajo de cuidado no remunerado de las mujeres.
- Redistribuir el trabajo de cuidado dentro de los hogares, entre todos los trabajadores, eliminando la división sexual del trabajo y entre los hogares y el Estado.
- Reivindicar el carácter público de los servicios de cuidado y restablecer el deber y la responsabilidad primordial del Estado de prestar servicios públicos de cuidados y desarrollar sistemas de cuidado que transformen las relaciones de género y la vida de las mujeres, entre otras cosas, financiando la capacidad de inversión del Estado a través de una fiscalidad justa y progresiva y garantizando la igualdad de derechos fiscales a nivel internacional de los Estados nación.
A través de este manifiesto y con este planteamiento la ISP se plantea fortalecer la defensa de los derechos y construir un sistema de cuidados justo para las personas y el planeta teniendo en cuenta una mirada donde se relaciona clase, raza, orientación/identificación sexual, discapacidad, edad o estatus migratorio.